Y sin embargo hay esperanza


El mal profundo está arraigado en la sociedad y nos ha hecho entrar en un proceso de descomposición o desmoronamiento de la civilización. Muchos no quieren mirar y fingen que todo sigue igual o al menos, que todo va a volver a ser como era después de que todos nos pongamos las falsas vacunas, si acaso con gobiernos un poco más autoritarios. Al fin y al cabo, si yo me porto bien, me darán mi pasaporte COVID y podré hacer vida normal. Los problemas serán para los díscolos y desobedientes. Este es el grado de ignorancia, cobardía y apatía al que hemos llegado en nuestra generación, estampa del humano embozalado que saca a pasear al perro sin bozal mientras no levanta la cabeza de su teléfono móvil o black mirror.

¿Más protegidas?

La ingeniería social en los medios de masas es ya de un descaro atroz y el nivel de mendacidad y estafa raya lo ridículo. Ellos, junto al sistema educativo y la casta política han fabricado las grandes divisiones con las que la sociedad ha quedado enfrentada en bandos que ellos azuzan uno contra otro, quedando siempre a salvo. División y odio al otro están ya formando los criaderos de verdugos y torturadores sin conciencia que necesitan para los campos de concentración que tienen preparados y esperan inaugurar pronto.

Todo el sistema de control está ya instalado. La inteligencia artificial está lista para ir recibiendo los datos de todos los incautos que han aceptado las falsas vacunas tóxicas llenas de nanotecnología y el pasaporte verde se convertirá en breve en un pasaporte marrón, vamos en una puta cartilla de racionamiento vital. El aire estará vigilado por drones PREDATOR (no ocultan sus intenciones) que podrán identificar al personal vacunado por escaneo de la MAC, que estos ingenuos emitirán como si fueran otra puñetera “cosa” más del internet de las cosas, que en efecto es en lo que se han convertido.

Y sin embargo hay esperanza aun. La gente sigue despertando a esta realidad de pesadilla distópica y aceptando que lo que pase o deje de pasar depende de su consentimiento. Dos pinchazos de tóxico venenoso han convencido ya a muchos de no ponerse el tercero y sin continuidad en las vacunas, aquellos que no mueran de infarto, ictus, trombo o que no queden lisiados de por vida por un problema neurológico, eliminarán el óxido de grafeno y no podrán ser radiocontrolables.

Sigue todavía la fase informativa y psicológica de la guerra de las élites contra sus pueblos y mientras siga, nosotros seguiremos trabajando en este plano. No os inoculéis estos tóxicos, no aceptéis estos pasaportes verdes, no obedezcáis las restricciones y no os pongáis mascarilla más que cuando sea caso de vida o muerte. Aceptad los riesgos que esto conlleve, discusiones, enfrentamientos verbales, denuncias (ninguna prospera porque son ilegales). Resistid y ganaremos esta guerra.

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